Cosas del abuelo

Alguna vez mi madre me dijo que su padre le contaba cosas de cuando niño, en España, que a mí me resultan un tanto increíbles. Pero mi madre murió hace cuatro años y sin embargo mi abuelo vive, o mejor, sobrevive en una residencia de ancianos de Viena, con 83 años y la cabeza algo perdida. Así que ahora, cuando me refiere él mismo aquellas cosas, no sé muy bien cómo tomarlas. Se remiten a su lejano paso por la escuela, y luego por una FP básica, en una época de cambios tumultuosos. Por mis cálculos, debió de ser allá por el 2013 o 2014, cuando en España empezó a moverse todo el sistema educativo, al tiempo que la economía se precipitaba en una crisis descomunal. Según él, hasta entonces la escuela pública había sido incluso mejor que la privada –lo cual ya me parece extraño-; allí los chicos y las chicas estudiaban en la misma clase, en grupos de no más de 28 alumnos, y recibían idéntica formación, incluida una educación sexual preparatoria (¿no será esto fantasía de viejo verde de mi abuelo); en su colegio había un comedor gratuito; también los materiales educativos eran gratis –como las medicinas, por ejemplo-; la enseñanza religiosa era optativa. Cosas así, a cual más curiosa. En poco tiempo, siempre según mi abuelo, todo aquello cambió. Empezaron a desaparecer profesores, las aulas se llenaron hasta con 40 alumnos; hubo que llevarse la comida de casa y, encima, pagar por el uso del comedor; la enseñanza de la religión católica pasó a ser prácticamente obligatoria, y los centros privados ultracatólicos, que separaban a los alumnos por sexo, recibieron cuantiosas subvenciones, con lo que ese modelo se extendió considerablemente. Pero los profesores de la enseñanza pública no se quejaban, o lo hacían en voz baja, porque muchos habían votado a aquel Gobierno. Quejarse era lo más peligroso de todo, ya que había grandes reservas de titulados, buscando trabajo en lo que fuera.   

No debo olvidar que todo esto ocurría durante la Gran Recesión del Sur de Europa, cuando de nuevo empezaron a emigrar contingentes de trabajadores, sobre todo ingenieros y otros titulados, a los países del Norte, a Alemania, a Holanda, a Finlandia, a Austria…  Mi abuelo tuvo la mala suerte de que, a los 14 años, le obligaron a elegir si continuar estudiando o ir preparándose para un oficio. Él era bastante despierto y tenía ganas de saber, pero en su casa, de una familia de clase media baja, con el padre y la madre ya en paro, eran casi pobres de solemnidad. Por otro lado, el sistema de becas casi había desaparecido. Así que él se quedó en los rudimentos de una formación incompleta, y con ese bagaje llegó a Viena, requerido por su madre, que había emigrado un año antes, como enfermera en paro. Aquí nacimos mi hermana y yo. Yo trabajo de médico en el mismo hospital que mi bisabuela, lo que es la vida. Al parecer hemos heredado la naturaleza despierta del abuelo, aunque espero que no su desbordante fantasía. Hoy me toca ir a verle a la residencia, pero no me ha dado tiempo de sacar por internet respuestas a varias preguntas que me hizo la vez anterior. No sé por qué está muy interesado en saber cosas de los Reyes Católicos, y de un tal Antonio Machado. Ah, y qué pasó con Catalonya (él todavía dice “Cataluña”). 
  
(En Viena, a 27 de septiembre de 2081). 





Videoteca
Entrevista en el programa `Saca la lengua´
Emitido el 19 de Noviembre de 2011 en la 2 de RTVE
Una breve visión de la biblioteca
El programa `El público lee´ de Canal Sur TV entrevista a A. R. Almodóvar a propósito de su biblioteca (25-09-2011)
La memoria de los cuentos
A. R. Almodóvar es el guionista de este documental emitido por TVE2 en el programa `Imprescindibles´ (18-03-2011)
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