Ante el riesgo de que la gente se tornara más levantisca que la tormenta, las fuerzas políticas acordaron intentar ponerse de acuerdo. Una Comisión de Notables Independientes propuso:
- La derecha consuetudinaria aparcaría las reformas ideológicas, emprendidas al socaire de la crisis: ley de educación, reforma del aborto, reforma de las pensiones y nueva Ley de la Porra. Se mostraría dispuesta a reconsiderar los aspectos más duros de la reforma laboral.
- La izquierda recalcitrante se comprometía, a su vez, a aparcar la reforma de la Constitución, la reforma de la ley
electoral, la denuncia del concordato con la Iglesia y someter a referéndum la disyuntiva monarquía o república. Las dos últimas, si bien provisionales, con gran dolor de su corazón.
- Ambas zonas del espectro acordaban solicitar a los partidos nacionalistas que aparcaran los planes de secesión o
similares. (Hubo que contener un pujo de risa en la Comisión).
En el orden económico:
- Nacionalización de todas las entidades bancarias salvadas con dinero público, para que pudieran aplicar directamente a las empresas los préstamos al 0,4% que concedía el Banco Central Europeo, y el Estado poner en marcha un ambicioso plan de inversiones públicas, al estilo new deal.
- Aplicar a todas las transacciones fi nancieras un impuesto similar a la llamada tasa Tobi.
En el orden social y laboral:
- Suspensión temporal de la cláusula de desahucios en las hipotecas de personas sin recursos y regulación de la
dación en pago.
- Fijación de un nuevo salario mínimo de 850 euros y de un salario social para todos los parados de larga duración, a cambio de trabajos comunitarios.
- Prohibición de contratos laborales de menos de 6 meses.
En el judicial:
- Medidas de choque para resolver la ingente acumulación de casos pendientes y de limitación del tiempo que una
causa podía mantenerse en un juzgado.
- Creación de una Sala Especial de Aceleración para los casos de corrupción.
- Elaboración de un libro blanco para la reforma del acceso a la carrera judicial y fi scal.
El presidente Rajoy solicitó, bajo cuerda, la opinión de Mario Draghi, de Angela Merkel y de Rouco Varela. El primero preguntó que si los españoles se habían vuelto locos; la segunda dijo que no tenía el cuerpo para bromas; el tercero que… que por encima de su cadáver. Así las cosas, el acuerdo murió antes de nacer y todo siguió su camino.