El hecho es que andábamos en lo nuestro de cada día. Que si Montoro el impresentable, que si Fernández el de la Porra, que si Gallardón el suavón, que si la Cospedal se está cachondeando hasta de su sombra… Y entonces, de un día para otro, Cataluña parió una pregunta. Bueno dos, y una fecha. Y todo lo demás quedó eclipsado. Desde las cifras del paro y los desahucios hasta un artículo precioso sobre Mandela que tenía yo para este domingo. ¿Pero eso del referéndum no era lo que no iba a ocurrir? Bueno, eso dice Rajoy. Claro que vaya usted a saber si no tendrán un acuerdo secreto, el español y el catalán, para distraer al personal una temporada y taparse mutuamente las miserias. Tampoco hay que descartar que, conociendo a Rajoy, el otro lo esté provocando para que responda como suele la derecha española: con la ley y el garrote, y así se multipliquen los independentistas, que todavía no hay suficientes.

En todo caso, quién te dice que esos tíos no se empeñan en votar el 9 de noviembre del 14, contra viento y marea, contra el Gobierno, contra el Constitucional, contra Bruselas, y votan. Porque se les ha puesto en las narices votar y son capaces de todo. ¿Y ese día qué? ¿Mandas a la Guardia Civil para que no voten?

En fin, que hay que prepararse para lo peor. Yo, por si acaso, voy a ir haciendo equilibrios, que me parece que me he pasado en otros artículos sobre Cataluña, inconsciente que es uno, a pesar de sus años. Digo yo que, si se han reunido en paralelo unos historiadores muy sesudos, será por algo. Aseguran que España lleva actuando contra Cataluña la friolera de tres siglos. Y eso, hombre, tampoco. Así que estoy deseando leer las actas de tan preclaros analistas, a ver qué fue lo que pasó realmente en 1714, que yo siempre había creído que fue una pelea dinástica en la que los catalanes apostaron a caballo perdedor, el austriaco, y lo mismo que les pasó en las Guerras Carlistas. Y en la Guerra Civil, nada de catalanes franquistas contra catalanes rojos, sino catalanes contra españoles, como siempre. ¿Fascistas, explotadores, meapilas? Nunca jamás. Todos ellos son liberales y simpáticos. Que si Franco puso allí la SEAT, no fue porque le dio la gana, sino porque los catalanes son unos emprendedores de la hostia. Y que si ellos han exigido aranceles y protección para sus productos, a lo mejor es por nuestro bien. Lo malo es aquello que dijo Stendhal, de que los catalanes están por la libertad en todo, menos en la aduana, y que por eso los españoles tenían que pagar a cuatro francos la vara de algodón, cuando el algodón inglés era mucho mejor y solo costaba un franco. A ver. A ver qué pasa con ese gabacho que vino a meter la nariz donde nadie le había llamado. Y así todo, como eso de la deuda y el expolio. Empezaron por 20.000 millones de euros, y ya van por 9.000. ¿Es o no es una señal de buena voluntad negociadora? Lo que nos pasa es que tenemos las entendederas contaminadas por otros historiadores tendenciosos. ¿O no?

Pero mi temor más profundo no es, por ejemplo, que sigan pensando que los andaluces somos unos vagos, sino que un día se harten y nos corten el suministro. Porque sin cava puedo pasar unos días, y los detergentes y las pastas, ya tengo una lista de alternativos. Pero lo malo va a ser el Colacao. A ver qué hacemos los españoles sin Colacao.

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