Capitalismo cafre

De modo y manera que también en España, como en el resto de Occidente, habíamos llegado a un pacto. Un pacto de no agresión entre desiguales. “Pacto social”, dicen otros, más diplomáticos. Había costado lo suyo: un par de guerras mundiales, una guerra civil, una dictadura infame. La URSS y China hacían el contrapeso. Pero ahora los dos se han reconvertido también al capitalismo cafre. El caso es que ya no hay contramodelo. Marx y Freud no se pusieron de acuerdo en su día, como algunos creíamos imprescindible, y el mundo va como va. Solo la inercia hizo que aquel pacto siguiera funcionando un tiempo. Visto lo visto, convenía no seguir alimentando a la bestezuela que llevamos dentro, y lo mejor para todos era que la riqueza de las naciones se distribuyera un poco mejor. Bastaba un Estado mediador, que recaudara impuestos progresivos y pagara a maestros y médicos para todos. ¡Ah, las religiones, las etnias, las naciones oprimidas…! Cada cual a su iglesia o a su museo. 

Hacía falta también un amortiguador de fricciones, lo que se dice un colchón social, y eso fue lo más ingenioso del invento: las clases medias. Unos cuantos niveles intermedios servían para repartir los excesos de arriba y las acometidas de abajo. La vigilancia de los sindicatos y los derechos civiles ponían lo que faltaba para que cada cual se sintiera libre. En ese sistema, cualquiera podía subir en la escala, gracias a una buena educación y al esfuerzo personal. (Y si eso no era del todo cierto, la ilusión también funcionaba).   

Pero alguien, subrepticiamente, empezó a cambiar las reglas del juego. Crear riqueza y repartirla era lo más aburrido del mundo. La parte freudiana del capitalismo se rebeló. Ese colchón de clases medias estorbaba a sus deseos más íntimos. Así que fueron desatando todos sus demonios reprimidos: el poder absoluto, la usura, el desprecio por los de abajo… De los beneficios no había que dar cuenta a nadie, y menos al Estado, que solo servía para pagar funcionarios remolones y políticos corruptos. El derecho laboral pasó a mejor vida y, en su lugar, se implantaron normas de verdadera esclavitud. “Tú mañana no vengas”, decía otra vez el empresario, y ya está.   

El problema era qué hacer con las clases medias. Alguien volvió a creer, como la paloma de Kant, que sin ellas volaría más alto. Y tuvo entonces una idea diabólica: alentarles la fantasía de que podían vivir como ricos de verdad (pisos, coches, viajes…), sin serlo, para sacarles hasta el último céntimo. Solo había que facilitarles grandes préstamos con cláusulas medievales en la letra chica, al tiempo que se desmantelaba el Estado mediador. Lo malo es que fue tanta la extorsión, que las clases medias empezaron a engrosar también las masas de desposeídos. Y, claro, demasiada pobreza, tampoco. No se podía cobrar impuestos, los comedores sociales se atascaban, la gente se peleaba por los mejores sitios para dormir en la calle, los hospitales no daban abasto… El panorama, en fin, se volvía espantoso. ¿Pero esto no estaba controlado?, preguntó uno, desde la cubierta de su yate. Pues no, no lo estaba. 

Y entonces, lejos de aplicar algún remedio, se desató la fuga de capitales a bancos suizos y a paraísos fiscales. (A día de hoy, en España pueden haberse escapado ya del orden de 400.000 millones de euros.) De prisa y corriendo, sacaron a relucir viejos bálsamos, como la caridad cristiana, e inventaron otros culpables: los políticos, los funcionarios, las autonomías… (En España ni siquiera nos privamos de una presunta Cataluña oprimida por un Estado ladrón.) Contra toda evidencia, la deuda pública pasó a ser la causa principal de la miseria. No la deuda privada, ni los bancos, que se dedicaron a administrar aquella descabellada ocurrencia. Ya solo queda por saber por qué los bancos alemanes, principalmente, pusieron en circulación aquella desorbitada masa de dinero de más que incierto retorno. Un amigo mío dice que porque no se han liberado de la culpa de dos guerras mundiales, y también para castigar a los países católicos. Quién sabe. Marx y Freud tienen todavía mucho camino por delante.




Videoteca
Entrevista en el programa `Saca la lengua´
Emitido el 19 de Noviembre de 2011 en la 2 de RTVE
Una breve visión de la biblioteca
El programa `El público lee´ de Canal Sur TV entrevista a A. R. Almodóvar a propósito de su biblioteca (25-09-2011)
La memoria de los cuentos
A. R. Almodóvar es el guionista de este documental emitido por TVE2 en el programa `Imprescindibles´ (18-03-2011)
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