La Berlina de Prim

El último premio de novela Fernando Lara, que acaba de llegar a las librerías, nos redime un tanto de esa suspicacia general que nos producen los grandes premios. Pues con premio o sin él, esta excelente narración de Ian Gibson es muy digna de tenerse en cuenta. Como no podía ser menos, el veterano escritor hispano-irlandés, después de una larga trayectoria como acreditado investigador en grandes asuntos y personajes de la España moderna, no iba a entrar así como así en la moda de la novela histórica, de la que ya también vamos algo cansados. Gibson le ha dado un giro muy personal al modelo, hacia lo que es más bien una historia novelada. El resultado es de una sorprendente eficacia narrativa. Tales son el grado de veracidad histórica, la intriga sobre lo que realmente ocurrió, y la emoción que trasciende del texto, al servicio de un doble objetivo: el de informar y el de cautivar al lector, tanto si es versado como si no. Creo que el escritor ha tenido más en su mente el segundo caso, por el deseo de poner en común conocimiento uno de los hechos más decisivos de nuestra historia: el magnicidio del General Prim, ocurrido un 27 de diciembre de 1870. Muchas cosas cambiaron ese día en el destino de este desdichado país, y no pocas nos alcanzan todavía. 

El artificio novelesco es tan claro como entrañable: Patrick Boyd, supuesto hijo de Robert Boyd, aquel irlandés generoso que dio su vida por las libertades de España, fusilado en 1831 en la playa de Málaga por las tropas de Fernando VII, junto al General Torrijos y sus cincuenta valientes, viene a nuestro país como periodista, para hacer la crónica de ese momento crucial, el que se abre tras el asesinato de Prim. Fracasado el efímero reinado de Amadeo de Saboya (sostenido exclusivamente por el prestigio del general) la Primera República se debate contra todas las fuerzas reaccionarias de la nación, y la restauración borbónica está a la vuelta de la esquina. Pero Patrick Boyd trae una segunda misión: averiguar quiénes fueron los autores, tanto intelectuales como materiales, del atentado. Pronto se pondrá en la pista del Duque de Montpensier, como instigador principal, y en la del general Serrano, como organizador del complot. El primero por su desmedida ambición de llegar al trono de España, y el segundo para quitarse de en medio a un competidor directo en la lucha por el poder.  Masones, negreros de Cuba y otros personajes menores entrarán en las pesquisas, y por supuesto los republicanos, con su líder al frente, el jerezano Paul Angulo, que en las historias oficiales pasa por ser el principal autor material. No lo tiene tan claro Ian Gibson, y es muy estimable cuanto se sabe por la novela de este interesante personaje. 

Conociendo al autor, es imposible no pensar que ese Patrick Boyd no sea un trasunto del propio Gibson,  en imaginaria traslación histórica. Tanta pasión, y tanta dedicación minuciosa a investigar una causa más que difícil, solo pueden proceder de un hombre como él, enamorado de España como para explorar sus verdades más profundas, por duras que sean.  Para los sevillanos la novela es, además, un delicioso regalo de recreación. La Sevilla de la pureza genuina del flamenco, la progresista de Machado Núñez y de Machado y Álvarez, más toda la saga de este apellido, por la que Gibson siente  probada devoción (“gente extraordinaria, culta, simpática, a la vez andaluza y europea”); al punto de imaginar un diálogo en el jardín del palacio de las Dueñas, en la que cierto personaje pronostica que quien haya de nacer allí habrá de ser “poeta, artista o músico”. Un guiño más que excusable. Pero también la Sevilla caciquil y fatua de los Montpensier, y de uno de sus más repulsivos lacayos, el canónigo Mateos Gago, que por desgracia todavía da nombre a una de más bellas calles de nuestra ciudad. 

Otros guiños menos amables hay en la novela, en lo que podríamos denominar “premoniciones retrospectivas”. El hartazgo del pueblo de sus políticos, el de “cada español es un fanático”, o “estamos embarcados en un suicidio colectivo”, o “toda la administración está llena de reaccionarios, empezando por la judicatura”, o “la gente discute diario en mano, pero nadie convence a nadie”, “país de locos”, etcétera. Gibson, con la Historia en la mano, no ha resistido la tentación de advertirnos con algo así como: cuidado, que este país ama demasiado repetirse. Y el mejor antídoto: conocer lo que ya pasó una...dos...tantas veces. Por eso esta novela debería ser de obligada lectura en secundaria y en bachillerato, por lo menos. Y recomendable para otros muchos, antes de que nuestra fatídica tendencia al desconocimiento o a la amnesia histórica nos juegue otra mala pasada.               





Videoteca
Entrevista en el programa `Saca la lengua´
Emitido el 19 de Noviembre de 2011 en la 2 de RTVE
Una breve visión de la biblioteca
El programa `El público lee´ de Canal Sur TV entrevista a A. R. Almodóvar a propósito de su biblioteca (25-09-2011)
La memoria de los cuentos
A. R. Almodóvar es el guionista de este documental emitido por TVE2 en el programa `Imprescindibles´ (18-03-2011)
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