AH, ¿PERO HUBO UNA EXPO 92?
Por Antonio Rodríguez Almodóvar*


Pido disculpas a los posibles lectores que leyeran este artículo cuando lo escribí hace diez años. Otros diez han transcurrido desde entonces, y apenas he tenido que cambiar nada. (En realidad, sólo la cifra de diez por la de veinte, y alguna que otra frase de circunstancias que ha perdido vigencia). Quiero así pensar que en algo puede contribuir a la formación de la leyenda de la Expo 92, como la mejor forma de que perdure en la memoria de la gente. Por lo menos, en la memoria del corazón.

AH, ¿PERO HUBO UNA EXPO 92?

Quiere la leyenda que hace veinte años, en Sevilla, Andalucía, España, tuvo lugar un acontecimiento indescriptible. Que sólo la calenturienta imaginación de algunos pudo creer que existiera. Debió de ser, todo lo más, alucinación colectiva, proyección de los deseos de un pueblo dado a las quimeras. Quiere la leyenda que aquí se citaron casi todos los países del mundo, para celebrar, porque sí, que la humanidad es conforme con la redondez de la Tierra, que la cultura destruye las tinieblas, que la diplomacia puede construir la paz. Que todos los pueblos son dignos y hermosos.

Los más atrevidos lo llamaron EXPO 92. Sevilla era entonces una urbe secuestrada en su propio ensimismamiento, resignada al atraso de más de medio siglo; asfixiada por el dogal ferroviario del XIX. Por sobre las tapias de la calle Torneo, quienes se atrevían a mirar, veían un páramo irremediable, un melonar y unas ruinas que fueran monasterio y fábrica de lozas más o menos folclóricas. (“Mi novio es cartujano / pintor de losa/ que pinta palanganas/ color de rosa”). Y poco más. Así que un buen día, los ciudadanos, ya libres por democracia, decidieron saltar la tapia de Torneo, adueñarse de la Isla de la Cartuja y allí montar un chirimbolo, con los últimos adelantos de la técnica de soñar. Se repartieron el melonar, montaron sus tenderetes y se pusieron a mirar por las mirillas del futuro. Con pinceles abstractos y artilugios malabares, sombras chinescas y daguerrotipos fulgurantes, nada por aquí, nada por allá, se fueron sacando del magín los más encumbrados disparates: uno puso un puente que parecía un arpa gigantesca; otro, otro puente como un arco para tocar el primero, y luego otro y otro, hasta cinco. Todos batieron algún récord mundial. El más osado de aquellos tramoyistas, dio en concebir un tren como una exhalación o suspiro de plata, y un aeropuerto azul, que traían a los visitantes por racimos desde los más remotos lugares. Reyes verdaderamente orientales y princesas de cristal. Algunos llegaban también por dos autopistas nuevas que penetraron el territorio circundante con denuedo. Hasta 40 millones de visitas, en seis meses. ¡Exageraos!, les dijeron. Los que más propendían a las bellas artes, idearon un teatro de la ópera, mirándose al río recuperado. Organizaron 55.000 espectáculos, entre música, cabalgatas, teatros, orquestas las mejores del mundo, cantantes angelicales, desfile interminable de criaturas espléndidas. Uno tuvo la ocurrencia de construir una Andalucía en miniatura (que dicen que todavía existe), y un cine de 360 grados donde se viera esa misma región sobrevolando entera las cabezas de los asistentes, que se mostraban atónitos y enamorados de aquel tiovivo de la totalidad. 98 pabellones, 25.000 trabajadores que cada mañana abrían las cortinas del grandioso espectáculo, invitaban a ver las galaxias, los océanos, los más exóticos paisajes, los ingenios más recientes de la ciencia, de la comunicación más rápida ... La gente, claro, no quería irse, no quería comer ni dormir, sólo extasiarse.

Algunos dicen que todavía estamos locos por querer celebrar una cosa que nunca existió. Y también dicen que se ha constituido un tribunal de sombras en la sombra, para castigar a aquellos dementes que se empeñaron en pintar tan vívida ilusión, como que muchos sevillanos aún padecen de incurable nostalgia y creen firmemente que aquello existió. Y no perdonan, a los artífices del prodigio, que creyeran tanto en él.

Quiere la leyenda...



* Antonio Rodríguez Almodóvar fue Director del Pabellón de Andalucía en Expo 92.




Videoteca
Entrevista en el programa `Saca la lengua´
Emitido el 19 de Noviembre de 2011 en la 2 de RTVE
Una breve visión de la biblioteca
El programa `El público lee´ de Canal Sur TV entrevista a A. R. Almodóvar a propósito de su biblioteca (25-09-2011)
La memoria de los cuentos
A. R. Almodóvar es el guionista de este documental emitido por TVE2 en el programa `Imprescindibles´ (18-03-2011)
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